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Los Darumas, símbolos del cumplimiento de los propósitos, son figuras de gran popularidad, realizadas en diversos materiales como pueden ser papel maché o cerámica, que a menudo están hechas a mano. Se caracterizan por carecer de extremidades, por sus enormes ojos en blanco y por poseer grandes bigotes y cejas.
Estas figuras normalmente se regalan en fechas señaladas, como la festividad del año nuevo, para ayudar a cumplir un deseo o conseguir un propósito, aunque para ello, siempre se debe ser perseverante y tener determinación para alcanzarlo.
En el ritual del Daruma, se debe pintar uno de sus ojos, generalmente el derecho, y a continuación colocarlo en lugar visible para que nos recuerde cuales son las metas o deseos a cumplir, con la finalidad de que sigamos luchando para conseguirlos. Una vez alcanzada la meta o cumplido el deseo, se pinta el ojo izquierdo, finalizando así el ritual.
El Daruma presenta una forma ovalada que hace que cuando se incline, recupere rápidamente su posición inicial. Simboliza la constancia, la perseverancia y el esfuerzo, requisitos necesarios para alcanzar los objetivos. Como dice el antiguo proverbio japonés “nanakorobi yaoki”, si te caes siete veces, levántate ocho.
Los Daruma se pueden presentar en distintos colores , cada uno de los cuales tiene su propio significado , por ejemplo, los rojos simbolizan fortuna y suerte, los blancos amor y armonía, los amarillos protección y seguridad, los dorados riqueza y prosperidad, los azules salud y longevidad. Así, dependiendo de la naturaleza del deseo u objetivo, se seleccionará el tipo de Daruma a utilizar.
Según la cultura popular, si un Daruma ha sido “completado”, traerá un año de buena suerte.
A mediados de enero, se celebra en Japón el llamado Dairyu-ji. Se trata de una fiesta en la cual se queman todos los Daruma en una gran hoguera. Esta fiesta también sirve para renovar objetivos, obteniendo un nuevo Daruma para el año entrante. Estos pueden adquirirse también en mercados dedicados a su venta: los Daruma Ichi, que se celebran entre los meses de enero y marzo en muchos lugares de Japón.
Los Daruma representan a Bodhidharma, el fundador y primer patriarca del Zen, un monje de origen hindú, el vigésimo octavo patriarca del budismo y primer patriarca legendario.
La leyenda cuenta que Bodhidharma permaneció 9 años meditando en una pequeña cueva, en dicho tiempo, sus brazos y piernas se atrofiaron hasta tal punto que se le cayeron, así mismo, se cuenta que con el fin de no caer dormido y poder seguir meditando, se arrancó sus propios párpados, razón por la que estas figuras presentan ese aspecto sin extremidades y con unos grandes ojos.
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