El hanami, es uno de los momentos del año más importantes de la vida en Japón. Hanami no tiene una traducción exácta, sino que significa: "picnic a comienzos de la primavera para admirar los cerezos en flor".
Desde finales de enero, todo Japón está pendiente de los partes meteorológicos en todos los medios de comunicación, que van informando sobre la evolución de la floración de los cerezos de punta a punta del país. Este anuncio de la primavera es la ocasión para pasear bajo la frondosidad de estas flores con delicadas tonalidades de rosa y, sobre todo, para beber, comer, charlar y cantar en compañía de los amigos y de la familia.
Incluso en las ciudades, en ocasiones se puede ver algún cerezo en plena calle, bajo cuyas ramas hay unos colegas de trabajo, que han bajado a tomar algo. Si cae un pétalo de cerezo sobre alguno de ellos, es presagio de buena suerte para el próximo año.
La costumbre del hanami comenzó en la época de Nara (siglo VIII). Durante la floración del cerezo, coincidiendo con el inicio de la temporada de plantación del arroz y la vuelta a las actividades agrícolas. A los pies de este árbol se hacían ofrendas a las divinidades, y los campesinos bebían sake en honor a los dioses.
Un siglo más tarde, la corte imperial de Kyoto retomó y amplió esta fiesta, acompañándola de elaborados platos y sake, y vinculando la contemplación de las flores con la escritura de poemas. El sakura (cerezo), se considera desde hace mucho tiempo en Japón un símbolo de belleza efímera, una metáfora de la vida, brillante y hermosa, pero frágil y pasajera.
Esta costumbre de comer y beber bajo los árboles en flor, muy pronto fue retomada por los samurai y posteriormente por el pueblo, para finalmente, en el siglo XVII convertirse en una tradición nacional. Actualmente, esta celebración de la primavera coincide con el inicio del curso escolar y universitario, y también del año fiscal (el día 1 de abril).
El sakura que se celebra, no es el árbol que da las cerezas, se trata de otra variedad de cerezo que sólo se cultiva por sus flores. Su floración sólo dura unos pocos días, pero el país entero se cubre de color rosa.
El pastel típico de esta temporada es el sakura mochi, pasta de judías rojas envuelta en arroz triturado y tintado de color rosa, todo recubierto con una hoja de cerezo en salazón. Si la flor del crisantemo es el emblema oficial de Japón, porque se asocia a la familia imperial, los japoneses se identifican sobre todo con la flor de cerezo de cinco pétalos. Se le han dedicado innumerables obras artísticas y canciones a esta flor, desde las más tradicionales hasta de estilo J-Pop, y es un motivo decorativo que aparece frecuentemente en kimonos y objetos. En las monedas de 100 yenes también hay representada una flor de cerezo.
Cada ciudad, cada región, cada barrio, tiene su propio paseo bajo los cerezos. No obstante, hay algunos lugares que son especialmente emblemáticos. En Tokyo se puede citar el parque de Ueno, el parque de Shinjuku, Chidorigafuchi cerca del Palacio Imperial, donde se pueden alquilar barcas para navegar por los canales admirando los cerezos, el parque Sumida a orillas del río, cerca de Asakusa, o el jardín botánico de Koishikawa, donde se pueden encontrar diferentes variedades de cerezos. En Yokohama, el parque Kaminoyama cerca de Minato Mirai o el Sankeien en un gran jardín donde hay edificios antiguos. En Kamakura, el Dankazura, la alameda que lleva al santuario Tsurugaoka Hachimangu, donde las flores de cerezo forman un auténtico arco.
Fuente: Jnto
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