Imagen España Japón

De qué material precioso, inalterable será el anillo para nuestro 150 aniversario de bodas? Los metales ya se nos agotan. ¿De grafeno, entonces? Las relaciones España Japón fueron un tanto borrascosas de incomprensiones en sus largos contactos prematrimoniales del XVI al XIX.

De hecho, los primeros flechazos de superatracción comercial mutua al conocernos, los provocaron los destellos de las míticas Islas Platarias (Japón), y las leyendas de Marco  Polo sobre los tesoros argentinos que se  decía atesoraban los Emperadores de Japón en sus castillos. El mismo tipo de resplandor que atraía al Shogun H. Toyotomi cuando veía pasar, cerca de sus costas al volver de México, el Galeón de Manila  cargado con plata Iberoamericana. Fulgores que se apagaron ante los temores de traición invasora por los que arribaban en sus playas. Y Japón se aisló casi 250 años.

El año 1868 abre época para los dos países. Año de la Restauración “Meiji”, “La Luminosa”, llevando al Emperador de nuevo a su trono con poder efectivo, gracias a sus daymios, o generales. Restauración Española de parecido nombre, “La Gloriosa”, igualmente llevada a cabo por generales, y con idéntica finalidad, restaurar el poder real. También los dos países estrenan Constitución. La de “Meiji”, y la de Cádiz. Las dos se denominan restauraciones, no revoluciones. Y las dos, nacidas en el Sur: Cádiz y Kagoshima. Con tanta hermandad casi gemela sólo faltaba firmar el “Tratado de Amistad, Comercio y Navegación Hispano Japonés”. Ese mismo año se concluye.

Empezamos esplendorosamente nuestra Amistad a base de diplomáticas visitas a las más altas instancias, y concesiones mutuas de todo  tipo de honores y medallas. Esa amistad implicaba derechos de atraque recíprocos y así, su Navegación facilitada, y el Tratado también cumplido. El Comercio, sin embargo, se quedó casi en testimonial, reducidas sus exportaciones e importaciones  a una especie de lista como esos menús largos y estrechos de prueba y picoteo. Nos mirábamos los dos como países exóticos fuera de la revolución industrial.

Tendrá que pasar casi exactamente otro siglo hasta 1968, para que la actividad comercial hispano japonesa empiece a germinar. Me atrevo a señalar ese año en concreto por tres acontecimientos básicos coincidentes en él. El inicio del desembarco de las poderosas Casas Comerciales Japonesas en España, la apertura de oficina en Tokio de la mayor Casa Comercial Española de entonces, Cía. General de Tabacos de Filipinas, y, el inicio de negociaciones para crear la mayor “JointVenture” entre Japón y España: Acerinox, con 66% de capital español. Es el primer gran hito de nuestros intercambios, y la empresa mayor y más exitosa de todas nuestras relaciones comerciales hasta hoy. Posible solamente por la gran visión de futuro del fundador de Banesto, J. M. Aguirre González, y la empresa japonesa especializada en acero inoxidable  Nisshin Steel. Hoy, Acerinox, ya multinacional, es la primera del mundo en su línea.

Viendo esto, y mirando la actividad con la que empezó “Tabacalera s.a.”, que así se llamaba la oficina de la Casa Comercial española en Tokio, parece que queríamos tender puentes férreos, duraderos entre Japón y España, pues empezó exportando  desbastes de acero que alimentasen los nuevos trenes de laminación de Altos Hornos de Vizcaya. Matrimonio de acero.

Mientras tanto, los grandes traders japoneses iban introduciendo en el mercado español sus productos, a la par que descubren a sus grandes manufactureros las ventajas de invertir y fabricar en España. Empiezan  así  las relaciones comerciales sustanciales, no esporádicas ni a saltos. Cumpliríamos ahora nuestras Bodas de Oro, 1968 / 2018: anillo de oro. Coincidente con el de grafeno para celebrar aquel comienzo oficial de Vía Dual de cooperación hispano japonesa hace 150 años.

La ocasión es única. Viento en popa de reactivación económica mundial según  todos los indicadores. Nueva configuración de bloques comerciales entre las grandes potencias, claro resurgimiento y realineación de países emergentes asiáticos, y estabilidad financiera bastante contrastada. Y facilitando como nunca nuestro nuevo caminar dual, la confirmación del gran instrumento que fomente esas relaciones Japón-Occidente, el PACTO COMERCIAL UE-JAPON.

El mayor firmado por la UE y que acaparará el 30% del PIB mundial, y el 40 del comercio global.  

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, vio clara la importante posición estratégica de Japón como país defensor de los valores occidentales de un libre mercado en Oriente, y que ello conllevaba la necesidad de la colaboración de Europa para este trabajo. Imprescindible para desarrollar su papel preponderante a este respecto, en toda la región Asia Pacífico como tercera potencia mundial. Interesado hasta casi apresurarse a confirmar este gran pacto a finales del 17 para que pudiera ser ratificado en el 18 y entrar en pleno vigor en 2019. Su máxima actividad política  en este enero recorriendo países europeos centrales y periféricos, recalca más aún la importancia que le atribuía.  No es él solo. Acabo de leer unas declaraciones de Daniel Moss, ex-ejecutivo director de Bloomberg News for Global Economics: este año va a ser excitante en cuanto a política monetaria. De hecho, ya lo es gracias a Japón y Europa.  También en ese terreno la Unión Europeo Japonesa será determinante.

Ahora no son puentes férreos, son pilares de sustentación de puentes para fomentar unas relaciones comerciales de valores contrastados y fiables, a escala mundial. España parte importante de uno de ellos por su larga historia pionera con Japón. Podrá contribuir al nuevo orden mundial y gozar de todas las ventajas del Pacto, tantos siglos deseadas en nuestras relaciones hispano japonesas, y conmemorar así la celebración del 150 aniversario con anillo de grafeno.


España-Japón, para entendernos...