Yakushima Island

Declarada Patrimonio Natural de la humanidad en 1993, la isla de Yakushima    (屋久島), situada al suroeste del archipiélago nipón, continúa siendo uno de los rincones más mágicos y mejor guardados del país, un auténtico paraíso de la biodiversidad. Sus frondosos bosques, prácticamente inalterados durante siglos, son el principal atractivo de esta isla. Albergan un gran número de cedros milenarios denominados Yaku-sugi (屋久杉), que probablemente son la razón de que la isla haya sido bautizada de esta manera. El término Yaku (屋久) está compuesto por dos caracteres que hacen referencia a la longevidad del árbol y se utiliza sólo para aquellos ejemplares que han superado los mil años de vida; mientras que aquellos cedros de menor edad se conocen como Ko-sugi (小杉) o pequeño cedro.    

La exuberancia de este lugar se debe, en gran parte, a las drásticas variaciones climáticas. La costa registra temperaturas propias de climas subtropicales, sin embargo, durante el invierno, las cumbres de su accidentado interior pueden llegar a quedar totalmente cubiertas por la nieve. Estas mismas montañas, con picos que superan los 1800 metros de altura, actúan como una barrera natural y permiten que las precipitaciones sean abrumadoramente abundantes. Tanto, que un dicho popular afirma que en la isla «llueve 35 días al mes». Por fortuna para el visitante, las precipitaciones más intensas se concentran en la parte noroeste, aunque no es muy recomendable viajar a Yakushima entre los meses de junio y julio, durante la estación de lluvias.    

La cara espiritual de Yakushima  

 
Para el shintoísmo, la religión originaria de Japón, los espíritus habitan en la naturaleza, o más bien son parte de ella. Valles, montañas, bosques, cuevas o ríos pueden ser la encarnación de todo tipo de deidades denominadas kami (神). Los árboles, particularmente, son uno de los elementos más simbólicos de esta religión y como cualquier otro espíritu, si son tratados de manera irrespetuosa, son capaces de castigar a las personas con maldiciones, denominadas tatari (祟り) en japonés. Parece ser que estás historias estaban especialmente arraigadas en el folclore de los habitantes de Yakushima y quizás sea uno de los motivos por los que muchos de estos cedros milenarios han sobrevivido hasta nuestros días.  

Con estas características, no es de extrañar que el famoso director de cine de animación Hayao Miyazaki visitara la isla, en 1995, en busca de inspiración y escenarios para su archiconocido largometraje La princesa Mononoke. Miyazaki, que es un amante de la naturaleza y del imaginario japonés, siempre logra Portadacombinar ambos elementos en unos extraordinarios mundos de fantasía que fascinan tanto a niños como adultos. A través de estos mundos, explora la problemática de cómo el hombre, desconectado de la naturaleza y sumido en un incesante desarrollo industrial, corrompe su entorno. La princesa Mononoke es quizás el ejemplo más representativo dentro de su obra. Ambientada en un imaginario Japón medieval, narra la historia de un pueblo que tras talar de forma masiva los árboles de un bosque, desata la ira de los dioses que habitan en él.     

Los lugares inspiraron La princesa Mononoke  

 
Un recorrido por Algunos de los lugares más carismáticos de Yakushima nos permitiría reconocer fácilmente muchos de los escenarios que aparecen en este largometraje y que Miyazaki visitó durante su excursión de 5 días por la isla.        -Shiratani Unsuikyo (白谷雲水峡): también conocido como «el bosque de la princesa Mononoke», es un parque natural de unas 425 hectáreas. Está situado a algo más de 800 metros sobre el nivel del mar, casi en pleno corazón de la isla, y es uno de sus rincones más enigmáticos. La abundancia de lluvias y la humedad, junto a su frondosa vegetación que apenas permite el paso de la luz, han hecho que el musgo cubra el suelo del bosque como si se tratase de una alfombra natural, creando una atmósfera aterciopelada y cautivadora. Es fácil encontrar visitas organizadas al parque que duran de una a cinco horas, aunque también es posible pasar la noche en uno de los refugios en caso de que la excursión se prolongue. Oga Kazuo, director artístico de la película, dedicó horas a realizar bocetos bajo estos árboles. De hecho, muchos reconocerán este bosque por ser el hogar de los kodamas; pequeños espíritus pertenecientes a la mitología japonesa que habitan en los árboles y que cautivaron a la mayor parte de los fans del Studio Ghibli. 

Kadomas Shiratana Unsuikio

-Yakusugi-Land (屋久杉ランド): Es el parque natural que concentra la mayor parte de los cedros milenarios de la isla, aunque muchos de éstos se concentran en el primer tramo de la ruta que atraviesa el bosque. Es una zona muy accesible, lo que resulta una ventaja para aquellos que no deseen recorrer largas distancias a través del bosque. No obstante, también es posible hacer un recorrido de larga duración, parte del cual se realiza siguiendo las vías de tren y que atraviesa pequeños puentes colgantes.    

-Jomon-sugi (縄文杉):  precisamente en Shiratani Unsuikyo, se encuentra el Jomon-sugi, el protagonista indiscutible de la isla. Con veinticinco metros de alto y cinco de ancho, es el cedro más longevo de todaJomon-Sugi Yakushima y también uno de los más antiguos del mundo. Algunos lo consideran una auténtica deidad. La edad estimada de este árbol varía entre los dos mil y los siete mil años. Es decir, estuvo en contacto con los primeros habitantes de Yakushima: los Jomon (縄文), que también poblaron buena parte del archipiélago nipón y de quienes recibe el nombre este magnífico ejemplar. De hecho, los paisajes y la vegetación no fueron los únicos elementos que Miyazaki recreó en su película. Quizás, queriendo hacer un homenaje a la memoria de esta isla, caracterizó a la princesa con pieles de animal, pendientes en forma de óvalo y un collar hecho de hueso que le confieren un aspecto tribal y que son, precisamente, algunos de los rasgos más característicos de la indumentaria Jomon; además de vasijas y otros utensilios de cerámica que se encuentran entre los más antiguos del mundo.     

Si estos recorridos por la naturaleza no son suficiente atractivo, lo cierto es que los bosques no son el único tesoro de esta isla. La corriente de agua cálida Kuroshio (黒潮), que recorre la costa, ha permitido el desarrollo de preciosos arrecifes repletos de biodiversidad entre los que se puede bucear. También es Imagen eliminada.posible contemplar el fascinante espectáculo que ofrecen los miles de ejemplares de tortuga boba cuando se acercan a desovar a las playas, entre los meses de mayo y julio; visitar majetuosas cataratas Ooko no taki (大川の滝), que se encuentran entre las más bellas del país del sol naciente o tomarse un respiro en uno de los baños de aguas termales, algunos de los cuales están a pie de playa. Yakushima es, en definitiva, la meca de los amantes del senderismo y el aire puro, pero también un lugar para reconectar con el Japón más primigenio a través de la naturaleza. 

Diego Medina 




Agencia Mkt360